29/7/08

Retrato que Ólonam presentó de Áldebar


Muchos son los llamados a formar parte de este compendio de indignos; y pese a estar muy lejos de ser el peor de cuantos en él se exponen, os diré que es el que más grima hubo de darme. El más banal, y el menos honroso. Un erial de principios, entregado por entero a mostrarse como una antología de mediocridades impropias de todo regente.

¡Poned atención!

¡Leed cuanto aquí esta escrito!

Porque esta es mi oda para, Áldebar “Príncipe Mercader”, actual Señor de La Casa de Bánum.

Quieran los dioses que disponga al menos de un momento para desatender su comercio o acuñar moneda, y se digne posar su mirada en este humilde homenaje. Una singular oda que con convencimiento creo merece.

¡Salve!


A ti que, comerciando con la honra de tu linaje, has tornado en circo un feudo para llenar aún más tan abultada bolsa; a ti, príncipe de mercaderes y esclavo de tu propia codicia, que muestras sin pudor la violencia de tu devoción, pese a no conocer más dios que el dinero.

¡Salve!

A ti que, lejos de toda vergüenza, expones un cuerpo templo de excesos; a ti que proclamas, con apenas una imagen, la falta de mesura y comedimiento, la escasez de voluntad y la total entrega a una opulencia con la que escupes sin miramientos en la cara de los menesterosos.

Llegado a este punto he hecho un alto, para descubrir, tras leer cuanto yo mismo hube escrito, que pese a no haber dicho poco, no dije cuanto debiere. A los dioses doy gracias de estar aún a tiempo de continuar hasta encontrarme más próximo a haceros justicia, y que el recuerdo dejado albergue cierta fidelidad.

Entre el resto de “virtudes” que cabría destacar, por empezar por alguna, está su voz; herramienta bien calibrada de la que, aún a día de hoy, se sabe valer; y con la que ofrece los matices necesarios para conseguir en cada ocasión cuanto hubiera de proponerse.

Tal vez en otras circunstancias hubiera llegado a ser un mandatario muy válido. Pero tener que hacerse cargo de la regencia tan pronto empobreció su espíritu, condicionando a un tiempo el acrecentamiento de su soberbia y la cotidianidad de su despotismo.

Es por eso que, de entre toda la gama de aquel amplio registro, fue la más áspera y desabrida vertiente la que se impuso; aunque eso es algo que ahora poco importa. Dejando atrás las posibles causas, bastará con saber que el suyo ha sido siempre un lenguaje soez e ingrato para cuantos le sirven; hombres y mujeres a los que rara vez se dirige si no es para imponerles labor o injuriarlos a cuenta de ella, sin importarle, o no, el encontrarse en presencia de propios y ajenos.

Carente del menor recato acostumbra a aplicar sobre sus subordinados el acuoso verdor de unos escrutadores ojos que entorna levemente para mirar con fijeza, como si de esta forma pudiera intensificar el inquisidor influjo que sobre los demás ejerce.

En este caso concreto, la peculiaridad que lo ha hecho diferir del resto de los que imponen el absolutismo, es que en poco varía el trato dispensado a esclavos del que ofrece a consejeros o regentes, puesto que por igual los increpa. Sin concesiones se dirige a ambos, y, elevando el tono más allá de lo permitido por el decoro, vomita sobre ellos cuanta acritud hubiera de contener. Y al tiempo que deja de manifiesto la carencia de respeto a cuantos le sirven, se entrega a hacer reiterado hincapié de su supremacía.

Pese a saber cuanto debía decir, y aquello que la gente quería o no escuchar, nunca fue buen conversador, puesto que, a tenor de su naturaleza, despreciaba también a sus iguales. Creo firmemente que en su caso nunca ha sido cuestión de jerarquías, sino el impulso de una condición cruel, a medio camino entre la insensibilidad y la necesidad de zaherir a cuantos se encontraran a su alcance la razón de que utiliza este ingrato sistema para conseguir, al precio del dolor ajeno, liberarse de mucho de lo malo que se ha ido albergando en su interior.

Cuantos hubieron de conocerlo y se han prestado a hablar de ello, coinciden en que siempre ha sido reacio a mostrar sus sentimientos, incluso más allá de lo meramente prohibitivo. Incluso cuando estos eran requeridos o necesarios. Se desconoce el motivo, pero hay quien afirma que el último reducto de humanidad expiró al enviudar, y que el pétreo corazón que mora en su pecho en ocasiones resurge y vuelve a latir cuando se halla frente al fruto de aquella unión.

Tal vez por esta o alguna otra cuestión, el rico más pobre de esta isla ha permanecido y permanece ajeno al mundo, siempre huraño y esquivo. Atribulado para sus adentros. Enfrascado en mil y una empresas gobernadas con mano de hierro; con mano de hierro pero solo, hasta el punto de que el consejo y el resto de nobles, preparados y dispuestos para acatar sus órdenes, se limitan a desempeñar tareas menores. Nada salvo lo más superfluo les es encomendado.

Desconfía, por sistema, de cuantos le rodean. Solo unos pocos, los para él más notables, gozan de una confianza que no ha de estar exenta de reservas. Y en lo que a respeto se refiere, únicamente lo siente sin concederlo por aquellos que en cierto modo comparten sus mismos dones. Y sabedor de lo que podía acarrear la cercanía de tales espíritus, tiene a bien mantenerlos lo más alejado posible.

En definitiva, y para concluir, decir que es este un hombre despierto. Un diplomático que sabe, como pocos, hacer buen uso de su mano izquierda. Un cortesano que, dados los tiempos que corren, ha caído en la cuenta de que la discreción está llamada a ser un poderoso aliado, un preciado salvoconducto al que aferrase mientras discretamente crecen sus recursos sin despertar sospechas o incomodidades.

He aquí mi retrato de un gigante que crece sin detenerse, ajeno a nuestro conocimiento, y junto a él la advertencia que muchos conocen pero todos ignoran:
“Llegará el día que salga a la luz cuanto se incuba en silencio. Y ese día, vasallos, señores y la misma Orden, conocerán el temor".

N. autor:Extraído de “Algunas verdades palpables que nadie se atrevió a decir”, del capítulo titulado, “Engendros de luz”, en el que acomete abiertamente contra algunas de las más célebres figuras del panorama político.

4 comentarios:

Shigenobu dijo...

..."a ti que proclamas, con apenas una imagen, la falta de mesura y comedimiento, la escasez de voluntad y la total entrega a una opulencia con la que escupes sin miramientos en la cara de los menesterosos".

Magnífica exposición.

"Entre el resto de “virtudes” que cabría destacar, por empezar por alguna, está su voz; herramienta bien calibrada de la que, aún a día de hoy, se sabe valer; y con la que ofrece los matices necesarios para conseguir en cada ocasión cuanto hubiera de proponerse".

..."es que en poco varía el trato dispensado a esclavos del que ofrece a consejeros o regentes, puesto que por igual los increpa".

Mi pregunta es, ¿cómo es que esta persona tan sofisticada, que emplea la voz y el lenguaje de forma aparentemente ensayada o estudiada para conseguir sus propósitos increpa por igual a consejeros y regentes?

¿El diplómatico que sabe hacer valer su mano izquierda es el mismo del que hablamos u otra persona? Me resulta un poco contradictorio.

Un saludo Tibu.

Ángel Vela dijo...

..."a ti que proclamas, con apenas una imagen, la falta de mesura y comedimiento, la escasez de voluntad y la total entrega a una opulencia con la que escupes sin miramientos en la cara de los menesterosos".

Magnífica exposición.

me alegra que te guste

"Entre el resto de “virtudes” que cabría destacar, por empezar por alguna, está su voz; herramienta bien calibrada de la que, aún a día de hoy, se sabe valer; y con la que ofrece los matices necesarios para conseguir en cada ocasión cuanto hubiera de proponerse".

..."es que en poco varía el trato dispensado a esclavos del que ofrece a consejeros o regentes, puesto que por igual los increpa".

Mi pregunta es, ¿cómo es que esta persona tan sofisticada, que emplea la voz y el lenguaje de forma aparentemente ensayada o estudiada para conseguir sus propósitos increpa por igual a consejeros y regentes?


¿El diplómatico que sabe hacer valer su mano izquierda es el mismo del que hablamos u otra persona? Me resulta un poco contradictorio.

Un saludo Tibu.

digamos que el tio tiene ese Don, que usa amenudo con otros señores, eclesiasticos, otro comerciantes y un largo etc, pero cuando se trata del trato a los que lo sirven, no sé anda con ningún remilgo, y deja ver su verdadera naturaleza, (esto está condicionado por varios factores, algunos de los cuales se medio dejarán ver a lo largo del capitulo tres

en cualquier caso muy buena observación ; )

Nos vemos Carlos, un abrazo ;)

PD: no me olvido de lo tuyo, ya te contaré en lo que ando liado, y aparte estoy de Rodriguez, Mariola se ha ido de vacaciones.:P

Vito Márquez dijo...

Como suponíamos, queda mejor este texto como introducción al capítulo.

Aunque brillante en la prosa, creo que es excesiva. Da demasiada información del personaje: un retrato demasiado exhaustivo. Yo me quedaría con la primera parte, con la oda burlesca. A partir de ahí, se podría ir dando pinceladas de este jefe de la Casa de Banun a lo largo del desarrollo de la trama.

Un abrazo y nos seguimos bloguando, monstruoooo!!!

Ángel Vela dijo...

Como suponíamos, queda mejor este texto como introducción al capítulo.

a ver que piensa el resto porque tu eres de los que tienen información privilegiada, pero habrá muchos que estén pensando: ¿a qué viene esto aquí? ;)(paciencia hijos mios que todo tiene un porqué) :P

Aunque brillante en la prosa, creo que es excesiva. Da demasiada información del personaje: un retrato demasiado exhaustivo. Yo me quedaría con la primera parte, con la oda burlesca. A partir de ahí, se podría ir dando pinceladas de este jefe de la Casa de Banun a lo largo del desarrollo de la trama.

de todas formas hay algo que ha de tenerse en cuenta, y que creo que a día de hoy todo el que llegó hasta aquí pasó por alto. Este como el nombre indica, no es el retrato de Aldebar, sino el que hizo Ólonam de Aldebar,que es muy distinto, no todo lo que se dice ha de creerse a pies juntillas ni es una verdad absoluta, solo la visión que un personaje tiene de otro. Por lo que el lector será el que deba sacar su propia opinión al respecto. Mme gusta muchos estos experimentos que voy haciendo a lo largo de la novela, una lastima que en la mayoria de los casos deba explicarlos, (aunque tal vez sea lo que le de más sentido a lo de la novela blog, porque permite al lector ese tu a tu con el autor, y todas las posibles dudas y demás se resuelve sobre la marcha, o se arreglan las idas de olla, jajajaja.

A ver que opina el resto de si acortarlo o no, será interesante recibir otras opiniones.



Un abrazo y nos seguimos bloguando, monstruoooo!!!

otro para ti, compadre ;) (el monstruo a estado bien, y muy andaluz, acostumbrado a bicho, no veas lo bien que cae, jajajaj ;)

PD:¡BIEN AMADOS LECTORES! HAY QUE PASARSE POR EL BLOG DE ESTE HOMBRE, QUE TIENE TEXTOS MUY CHULOS, Y CORTITOS. DE ESTOS QUE OS QUITARAN POCO TIEMPO. ;)