26/9/08

Al despertar la llama de sentimientos dormidos, 10º pasaje, Cap 2

Tras el desconcierto de una insólita desaprobación quedó ahogado el silencio bajo un embravecido mar de caprichosas lágrimas, del que no cesaron de emerger un sinfín de protestas preñadas de una incomprensión propia de la edad. Aquella inesperada rabieta obligó al Señor de Bánum a hacer acopio de una paciencia tan ajena a su condición que solía permanecer en desuso, pero que no le costaba asumir siempre que se tratara de ella. Tal era el amor sentido por su hija, que incluso el mayor de los sacrificios estaba llamado a quedarse en nada al compararlo con el constante e ineludible espíritu de sobreprotección que surgió en él en el mismo momento en que le fue entregado aquel valioso presente. Presente que, sin duda alguna, había sido enviado por los dioses para prolongar un linaje que desde un principio parecía condenado a la extinción.

Ni tan siquiera el hecho de que le fuese negado un varón pudo enturbiar la alegría de ver cumplido, a las puertas de su segunda madurez, aquel dulce deseo de juventud. Y pese a la costosa pérdida, todo el dolor y la frustración de aquella vida de espera desaparecieron en el preciso instante en que sostuvo en sus brazos el inestimable fruto que terminaría con sus desvelos. Momento que quedó registrado por un copista mientras acontecía.


Apéndice

2 comentarios:

Vito Márquez dijo...

Seguimos los recuerdos de Iliandra, para pasar al Señor de Banun, y hace unas líneas estábamos oliendo flores...

Definitivamente, querido palabras, en este capítulo hay muchas cosas. Todas muy buenas, pero merecen diseminarse, respirar cada uno en su espacio y en momentos más adecuados.

Ángel Vela dijo...

Ahí, tu no te cortes, aunque luego te cueste el que nos sentemos juntos para hablarlo con las cervecillas correspondientes ;)

Venga, nos leemos;)