Innumerables insinuaciones y puntos de vista fueron expuestos por Garin, ahora sí de forma afable y despreocupada, los cuales eran desdeñados por el heraldo, hasta que muy a su pesar aceptó el que creyó menos descabellado.
Con todo acordado retornaron sobre sus pasos sin prisas, juntos y en silencio, para reunirse con los que allí quedaban. De esta forma se le otorgó al perdedor, sin necesidad de convenio, un breve intervalo durante el cual habría de reponerse de la derrota y restaurar ese halo de digna respetabilidad enturbiado en la charla.
HIJOS DEL INFORTUNIO
Pido al destino que se apiade de aquellos que, desheredados de la cordura, vagan mendigando momentos de lucidez.
Lanaiel
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