2/5/09

23º pasaje, cap 7

«Abrázate con fervor al consejo que he de brindarte, en el que encontraras, además de respuestas, cuanto dolor me sea permitido infligirte».

―Creo que tenéis razón, “capitán”, por muy sórdido que este asunto pudiera parecer debería darse parte, que prevalezca esa verdad que proclaman las sagradas escrituras.

El hecho de que con ello disgustaseis a los señores de dos grandes Casas y que la eficiencia de la guardia eclesiástica quedara en entredicho no debe influir en vuestra inamovible decisión ―afirmó Garin con fluidez, y una resolución enturbiada de sarcasmo.

«Desconcierto. Aún no alcanza a ver lo que se le viene encima».

―Mas decidme, ¿no creéis qué por convincentes que fueran las explicaciones al respecto, no habrá quien no alcance a entender que uno de “vuestros” hombres, tan deferentemente entrenado para ocupar un puesto de responsabilidad, haya sido reducido por una cortesana joven y menuda que apenas llega a la mayoría de edad sin más ayuda que la de un puñal? ¿Qué palabras empleareis para exponer que ese enemigo a abatir, ese agresor con ínfulas de asesino, no es más que una cría remilgada que condicionada por su desgracia juega a ser señora, y que apenas ha de considérasela mujer por el desagravio que sufrió siendo aún más niña? ¿No creéis que al airear esa verdad el nombre de vuestra orden y el de vos mismo quedaría en entredicho? ¿Realmente ignoráis qué habrá buitres acechando, agazapados a la sombra de vuestro cargo, qué esperan una ocasión como ésta para pedir vuestra cabeza, y deseosos de ocupar, tras vuestra caída, el puesto por el que tanto habéis luchado? ¿No os dais cuenta de qué la sinceridad nos perjudicaría a todos más que el silencio?―. Una tras otra se sucedían hostigadoras preguntas. Preguntas que caían sobre él como un incesante aguacero, y apenas el capitán se rehacía, disponiéndose a refutarlas, una cuestión tan hiriente como la anterior era planteada, que de igual modo moría sin obtener respuesta. Por más que quiso, no ofreció más que mutismo y desconcierto.

«¿Dónde está ahora tu gallardía, heraldo del sol? ¿Dónde tu insultante expresión de jactancia? Casi me parece verte menguar a cada aseveración mía. No eres más que un peón insensato que se sostiene de pretensiones.
»¿Dónde están esos omniscientes dioses que rigen vuestros pasos al tiempo que os amparan tiernamente? Si no fuera porqué en un momento como éste es tan poco propicio para ti saberlo como para mi decírtelo te confesaría que yacen próximos a tu voluntad, junto a las almas de todos los que antes que tú cayeron subyugados bajo el peso de mi verbo».

4 comentarios:

dafd dijo...

No puedo resistir sin decirlo. El heraldo se parece al Madrid ante el Barça de esta tarde.

Ángel Vela dijo...

pues bienvenida sea la comparativa, ejeejej ;)

MesseH dijo...

La verdad es que tengo tu relato abandonao y cuando tengo vacaciones me pongo mala T_T. ¡bueno! poco a poco.
Lastima que cuando vosotros esteis en la feria del libro nosotros estamos en las jornadas del manga, es el mismo finde aunque queríamos pasarnos por allí pa dar un poco de polculo XD.
igual nos vemos.Bs

Ángel Vela dijo...

La verdad es que tengo tu relato abandonao y cuando tengo vacaciones me pongo mala T_T. ¡bueno! poco a poco.No pasa nada, el texto seguirá por aquí ;)

[quote]Lastima que cuando vosotros esteis en la feria del libro nosotros estamos en las jornadas del manga, es el mismo finde aunque queríamos pasarnos por allí pa dar un poco de polculo XD.
igual nos vemos.Bs[/quote]

es dificil que no se saqué un rato, y si no están muy lejos el uno del otro...

Un beso. Nos leemos