6/2/09

Al despertar la llama de sentimientos dormidos, 11º pasaje, cap 6

―Ruego disculpéis estos lapsos que de tanto en tanto vienen a empañar el ocaso de mi existencia. No era mi intención herir o violentar tan manifiesto orgullo. Es esta condenada vejez, que me ofusca hasta perturbar el criterio. Ella y nadie más es causante de que me olvidara de lo lejos que estáis de precisar de mis observaciones en lo que a dicho tema se refiere. ¿De qué serviría que os refiriera esto cuando de sobra sabéis de lo que os hablo? ¿O es que acaso no es necesario para llegar a obtener cargos como los que ostentamos, haber tomado plena conciencia de los entresijos que conforman la condición humana?― Pero a pesar de su intachable exposición aquella disculpa pasó sin pena ni gloria. Tal apatía mostró ante ella, que ni tan siquiera hizo el menor gesto para hacer ver que al menos le prestaba atención.

Consciente al fin de un posible indicio de herejía y aprovechando que se hallaba de espaldas a ellos, el capitán despojó su mano izquierda del guante que la cubría para evitar que lo que en ella se albergaba fuera expuesto tanto a impurezas, como a consabidas miradas de curiosidad o temor.

―No soy más que un viejo inútil, que se presta a servir, con la diligencia que a sus años le es permitida, a una causa que comienza a venirle grande. En verdad el que yo esté aquí haciéndoos perder vuestro tiempo resulta imperdonable, puesto que acabo de caer en la cuenta de la probabilidad que existe de que me convierta, sin pretenderlo, en la herramienta usada por el destinto para perpetrar una nueva falta; y tal magnitud podría alcanzar su repercusión, que haría que lo que nos ocupa se mostrase como el menor de los males en una noche tan anárquica como ésta ―auguró el anciano, tras imponerse con aparente dureza una crítica usada únicamente para tender un puente entre ambos, por el que hacerle llegar un nuevo impedimento de la manera menos brusca posible.

―¿El menor decís? ―interrogó el capitán, sin tan siquiera volverse, aderezando con cierto sarcasmo la escueta notoriedad de su apatía.―¿No se os ha ocurrido pensar que el hecho de que vuestra guardia se halle aquí íntegramente os imposibilita la adecuada protección de un jardín tan extenso? ―inquirió Garin con fingida sorpresa.

2 comentarios:

Sharly dijo...

es causante de que me olvidara de lo lejos que estáis de precisar de

Ya se nota que has recortado, pero no piensas que deberías tener algún "de" menos. ;)

Ángel Vela dijo...

Joder pues no te falta razón, la verdad es que no me estoy parando en irarlo tanto como antes a colgarlo, sino no me daría tiempo para nada más, y bueno me lo tomo como un primer borrador. Supongo que se e perdonaran los fallitos, aunque haceis bien en decirelos, para que pueda seguir manteniendo la asiduidad con las entregas.

Venga un abrazo, coleguilla, y gracias por estar ahí ;)