Las incontables vicisitudes acaecidas en la guerra se cebaron en la incesante mezcolanza de unas emociones que, aún recién nacidas, brotaban de él con la fluidez de un manantial inagotable. Y fue así como quiso el destino posarse sobre este muchacho para acabar de esculpirlo, infligiéndole la nueva forma con la rudeza de unas manos que, ajenas a todo sentimiento, quebraron esperanzas y sueños que hasta entonces no le habían permitido verse a sí mismo con total claridad. Pero siendo pasto de una angustia que le impedía aceptar la negación de sus deseos, permaneció a merced de innumerables penalidades que lo modelaron con dolor; hasta que terminaron por transformarlo en lo que ahora era. Solo su voz y sus ojos se mantuvieron inmutables al paso del tiempo, como los únicos vestigios de una pasada apariencia que subsistía fiel al recuerdo que de aquel niño guardaba. Y ese día descubrió que, al menos para ella, había dejado de serlo.
Iliandra
2 comentarios:
acabo de escubrir tu blog y empezare a leer esta novela de la que tanto he oido hablar , ya te dire .. saludos
servaravari
Espero tus cometarios, ya sean por lo que te agradara o para darme las collejas o sugerecias pertinentes.
Un placer tenerte por aquí, nos leemos.
PD: ahora tengo el blog un poco cascado, de aquí a unos días a ver si con la ayuda de un colega lo pongo al menos como estaba, y todo sea más funcional.
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