31/1/09

Al despertar la llama de sentimientos dormidos, 8º pasaje, cap 6

―Contemplad cuán torpemente intenta eludir vuestro mirar al abrigo de una oscuridad que le está vedada ―puntualizó el cortesano, como si se tratara de un espontáneo narrador que se atreviera, alentado por un inusitado impulso de mezquindad, a batallar incluso con la mismísima verdad con tal de recrudecer aún más si cabía hechos que giraban entorno a una grave violación del protocolo. Algo que permanecería ajeno si Garin no hubiera tenido a bien ejercer de delator. No mostrando ningún reparo en utilizar como carnaza la vida y reputación de aquel conocido furtivo, si con ello podía ofrecer mayor propiedad a su alegato.
«Un poco más».
―¿Qué creéis que estará preguntándose? ―inquirió el cortesano, dejando un vacío que no tardó en llenarse de silencio; de un silencio que, en casos como éste, resultaba propicio para que el veneno segregado por cada comentario se impregnara con mayor perjuicio en el alma.

CUIDAOS DE VUESTRO PROPIO MAL

Rezad a los dioses para que os iluminen la senda; y temed, porque más allá de ella, en el interior de cada uno de nosotros, existe un ser primitivo y salvaje que responde al nombre de ira. Un ser taimado que se limita a esperar una ocasión propicia para ocupar vuestro lugar. Os suplantará si la voluntad flaquea. Y tal magnitud puede alcanzar su influjo, que llega a destruir, en apenas un instante, cuanto hasta ese momento hayáis conseguido construir.

Extraído del libro sagrado “Los Senderos de la Fe”.

2 comentarios:

Sharly dijo...

Este pasaje me gusta bastante angel, pero cuando escribes:
en el interior de cada uno de nosotros, existe un ser primitivo y salvaje que responde al nombre de ira.

No es únicamente la ira, la que puede producir todo eso. Tambien podrían hacerlo la ambición, la avaricia, el deseo, el odio, etc.

Ángel Vela dijo...

Pues me alegra saberlo ;)

Y bueno no te falta razón, aunque me pareció más acertado referirme al únicamente al que venía a cuento.

Un abrazo. Nos leemos ;)